Encontré una gota de lluvia que tocó mis labios
mientras caminaba sin rumbo
a lo largo de la gran ciudad que me acompaña
y en ella
un suspiro que gritaba tu nombre,
nombre que no poseo entre mis pertenencias
sino que es libre,
único, solitario,
efímero si se quiere,
nombre que sin descanso,
evoca a una piel aún extraña para mi,
a unos labios que no conozco,
pero que pretendo,
nombre que llama a un cuerpo que nunca he tocado,
pero ante mis sueños se desnuda con tanta sensualidad,
que experimento un enorme placer
al imaginar el momento en que le roce con tanta pasión su periferia...
No hay comentarios:
Publicar un comentario