Una noche calurosa, una brisa que no vive, huracanes que no duermen y lloviznas pasajeras. "¿Acaso la vida no encuentra su lugar entre la muerte?" comentaba un vagabundo mientras intentaba conseguir un trago para su sangre. "Rezos tan pequeños que ni la misma frase se conserva, esperanzas falsas que atentan fríamente contra la soledad de una dama entre las calles. Como si la astucia de unos cuantos caballeros bastara para la lucha contra el cáncer social de la historia humana."
No mentía aquel vagabundo sin nombre, ni historia, ni existencia verdadera. Puede que esté loco o que bien ni siquiera yo exista, pero aquel hombre desdichado jamás contuvo su sombra ante la posibilidad del vacío. Es aquel impulso de muerte lo que lo mantiene vivo, pues la felicidad engaña y severamente castiga, pero con una mirada a la muerte uno sabe que respira, que la vida existe y que el dolor es parte de ella...
Unamos los sueños que se entrelazan con la fantasía de una roca, caminemos sin temor por las calles de la memoria, y victimemos a la estúpida sonrisa falsa de quien asesina. Seamos libres y liberales, utópicos y clandestinos, propaguemos el temor ante el poderoso y mostremos que nuestros dientes son más fuertes que sus colmillos.
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